Amnistía Internacional expresa su preocupación por el posible recorte del terreno designado al Santuario de la Memoria de La Hoyada, en Ayacucho, lugar donde se encontraron fosas clandestinas con los cuerpos de personas que fueron desaparecidas durante el conflicto armado interno. El Santuario, donde aún quedan zonas por exhumar, forma parte de la reparación simbólica que el Estado entregó a los familiares de las víctimas de tortura y desaparición forzada.

Este lugar debe ser conservado como un espacio que nos recuerde los crímenes del pasado, para que no se repitan en el futuro. Marina Navarro, Directora Ejecutiva de Amnistía Internacional Perú

Amnistía Internacional expresa su solidaridad con los familiares de las víctimas y exige al Estado que cumpla su compromiso de memoria con las víctimas y conserve este terreno como santuario. "Este lugar debe ser conservado como un espacio que nos recuerde los crímenes del pasado, para que no se repitan en el futuro", señaló Marina Navarro, directora de Amnistía Internacional Perú.  

La Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEP) ha rechazado el posible recorte del terreno destinado al santuario y pide a las autoridades respetar la memoria de sus familiares.  “El Santuario es sagrado para nosotros, pues es el lugar donde descansan nuestros seres queridos que fueron asesinados. Allí vamos a colocar un ramo de flores, a recordarlos. Nos indigna esta situación que vulnera la memoria de las víctimas del conflicto armado interno. Estamos luchando para que sigan buscando a nuestros familiares y hoy nos quieren quitar este espacio sagrado donde todavía hay zonas por exhumar”, dijo Adelina García, presidenta de la ANFASEP. 

En 2017, el Poder Judicial dictó sentencia por tortura, desaparición forzada y ejecución extrajudicial de 53 personas en el cuartel conocido como ‘Los Cabitos’, en el año 1983, en Ayacucho. Producto de las investigaciones quedó establecido que en La Hoyada, zona adyacente al cuartel, había fosas comunes y un horno para la cremación de restos humanos de las personas desaparecidas. 

Ayacucho fue la región más golpeada por la violencia durante el conflicto armado interno que tuvo lugar en Perú entre 1980 y 2000.

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