Se necesita apoyo internacional para ayudar a Jordania a poner fin a las restricciones fronterizas a los refugiados que huyen del conflicto armado de Siria. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional. Según un nuevo informe publicado hoy por la organización, cientos de personas que huyen a Jordania y a otros países vecinos están siendo devueltas en la frontera.El informe, Growing restrictions, tough conditions: The plight of those fleeing Syria to Jordan, destaca las crecientes dificultades a las que se enfrentan quienes tratan de escapar hacia Jordania, y hacia otros países, del conflicto de Siria. Decenas de personas han sido además expulsadas del país y enviadas de vuelta a Siria. Muchas de las que consiguen quedarse tienen que luchar por el acceso a servicios básicos."Es inaceptable que los países vecinos estén negando la admisión a decenas de personas procedentes de Siria, incluidas familias con niños pequeños que buscan refugio frente a los combates", ha manifestado Philip Luther, director del Programa para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional."Las personas que huyen de Siria a Jordania y otros países de la región se están encontrando con el obstáculo de unas restricciones fronterizas cada vez más fuertes. Muchas de ellas ya lo han perdido todo. Amnistía Internacional insta a los países vecinos a mantener sus fronteras abiertas a todas las personas que huyen del conflicto de Siria. También pide a la comunidad internacional que redoble sus esfuerzos para ayudarlos a hacerlo."Más de dos millones de refugiados han huido de Siria, dando lugar a la crisis humanitaria más grave de la década. La mayoría ha buscado refugio en Líbano, Jordania, Turquía, Irak y Egipto. Además, al menos otros 4,25 millones de personas están desplazadas dentro de Siria."La afluencia de refugiados ha generado una tensión enorme en los países de la región. Sus recursos se han visto, como es comprensible, puestos a prueba. Sin embargo, eso no debe utilizarse como excusa para negar a la gente la entrada en el país o para devolver a personas al conflicto y la crisis humanitaria de Siria", ha manifestado Philip Luther."La comunidad internacional tiene un importante papel que desempeñar para brindar apoyo a los países de la región que, hasta ahora, están soportando, con recursos mínimos, la carga de los refugiados de Siria. Deben emprenderse acciones inmediatas para incrementar la ayuda humanitaria internacional y los programas de reasentamiento, y evitar un agravamiento de la crisis."Pese a las declaraciones de las autoridades, que afirman que la frontera ha permanecido abierta para quienes huyen del conflicto, la investigación llevada a cabo por Amnistía Internacional señala que se está negando el acceso a Jordania al menos a cuatro tipos de personas, entre ellas refugiados palestinos procedentes de Siria, personas que carecen de documentos de identidad y refugiados iraquíes que viven en Siria. También se está rechazando a los hombres no acompañados que carecen de lazos familiares demostrables en Jordania.Además, las restricciones impuestas en las fronteras por las autoridades jordanas, unidas a los combates en zonas fronterizas, han dejado a miles de personas desplazadas atrapadas indefinidamente cerca de la frontera con Jordania. Ha habido familias que han contado a Amnistía Internacional que los funcionarios de fronteras jordanos las obligaron a darse la vuelta. Una mujer, con seis niños, dijo que en sus pasaportes les habían puesto un sello que decía: "volver dentro de un mes". Según su relato, ella y sus hijos se vieron obligados a dormir en la carretera cerca de la frontera, con otro centenar de familias. Lucharon por sobrevivir comiendo la fruta que conseguían encontrar en árboles cercanos. Tras un mes de espera, volvieron a negarles la entrada, y se vieron obligados a regresar a una localidad siria cercana.Quienes consiguen entrar en Jordania se enfrentan al riesgo adicional de ser devueltos. Las autoridades jordanas dijeron a Amnistía Internacional que no devolverían a nadie a Siria. Sin embargo, en agosto de 2012, las autoridades devolvieron a Siria a unos 200 refugiados después de que estallaran protestas en el campo de refugiados de Za'atri. La información obtenida por la organización señala que, desde entonces, se ha devuelto a decenas de personas más."Los refugiados que huyen del conflicto de Siria tienen derecho a protección internacional. La devolución a Siria de estas personas constituye una espantosa violación de las normas de derechos humanos", ha manifestado Philip Luther.Los residentes de Za'atri, el campo de refugiados más grande de Jordania, que alberga a unos 120.000 refugiados sirios, dijeron a Amnistía Internacional que tienen dificultades para acceder a servicios básicos y a un nivel de vida adecuado.Entre los problemas más graves que citaron se encontraban el acceso a agua potable no contaminada, los altos niveles de criminalidad y la escasa seguridad. Sólo la mitad de los niños en edad escolar estaban inscritos para asistir a servicios de educación formal en el campo. Amnistía Internacional vio en el campo a varios niños, algunos de tan sólo 12 años, que trabajaban para ayudar a sus familias y no asistían a la escuela.Las mujeres y las niñas de Za'atri dijeron también que vivían con miedo a la violencia sexual y al acoso. Muchas dijeron además que no se atrevían a ir al cuarto de baño solas por la noche por temor a ser acosadas. Según los médicos, las mujeres del campo sufren cada vez más infecciones urinarias por aguantar sin ir al baño durante largos periodos.Otras dijeron que se les habían acercado hombres jordanos en busca de "novias". Cuando las posibles novias son jóvenes y puede existir la percepción de que, como refugiadas, tienen un estatus inferior, el matrimonio -en ocasiones temporal- puede poner a las mujeres en peligro de ser explotadas.Los refugiados que no están en el campo de Za'atri también viven en condiciones precarias."La situación de las mujeres y los niños resulta especialmente difícil. Los refugiados que han huido de los bombardeos y los ataques se ven obligados a seguir viviendo con el miedo a carecer de acceso a los servicios más básicos necesarios para llevar una vida normal", ha manifestado Philip Luther.