Se llamaba El club del terror, y era un "documental" de una hora de duración que emitió la televisión pública iraní en agosto de 2012. Las 12 personas que aparecían en el programa -siete hombres y cinco mujeres- "confesaban" de uno en uno ante la cámara su participación en el homicidio de científicos nucleares iraníes durante el año.Más allá de su papel protagonista en televisión, no se sabe nada con certeza sobre el arresto y la detención de esas 12 personas. Se desconoce si alguna de ellas ha sido acusada o juzgada, a pesar de que recientemente se anunció que 18 personas, cuyos nombres no se revelaron, serán juzgadas dentro de poco por los asesinatos. Lo que sí se sabe es que las 12 podrían ser condenadas a muerte si son declaradas culpables de los homicidios.Confesiones televisadasEste tipo de "confesión" televisada no es nada infrecuente en Irán.A los acusados se les obliga a aparecer en la televisión nacional o local para admitir presuntos crímenes, a menudo antes incluso de que hayan comenzado las actuaciones judiciales contra ellos. Estas "confesiones" se aceptan después como prueba ante el tribunal, socavando gravemente cualquier posibilidad de un juicio justo.Muchos acusados se han retractado después de sus "confesiones televisadas", afirmando que los habían coaccionado para hacerlas, en ocasiones bajo tortura.Pero estas "confesiones" forman parte del sistema de enjuiciamiento extremadamente injusto que existe en Irán. Es frecuente que el acusado pase en prisión preventiva largos periodos que exceden con mucho los límites marcados por la ley iraní, durante los cuales no es raro que se le niegue el acceso a un abogado o a sus familiares por semanas o meses mientras termina la "fase de instrucción", durante la cual a muchos se les tortura o se les somete a otros malos tratos. En tales circunstancias, es inevitable que el juicio en sí -a menudo rodeado de secreto- sea injusto.Cifras estremecedorasEn el informe de Amnistía Internacional sobre las estadísticas de pena de muerte en todo el mundo en 2012, el apartado sobre Irán vuelve a ser desalentador. Irán es el segundo país del mundo en número de ejecuciones después de China.Las autoridades reconocieron públicamente al menos 314 ejecuciones en 2012, pero casi con certeza la verdadera cifra es mucho mayor. Amnistía Internacional, a través de fuentes fiables, supo de más de 200 ejecuciones más.Un ejemplo muy ilustrativo del uso de la pena de muerte en Irán que aparece en el informe de Amnistía Internacional es el de cinco hombres árabes ahwazíes, actualmente en espera de ejecución. Algunos de ellos fueron obligados a confesar "crímenes" por televisión y luego se retractaron.Los cinco (Mohammad Ali Amouri, Sayed Jaber Alboshoka, su hermano Sayed Mokhtar Alboshoka, y los profesores Hashem Sha'bani Amouri y Hadi Rashidi) son activistas en favor de la minoría ahwazí de lengua árabe, discriminada por el gobierno central. A principios de la década de 2000, fundaron una organización llamada al-Hiwar ("Diálogo" en árabe) para promover la cultura árabe en la provincia de Juzestán, en el suroeste de Irán.Pero tras el estallido de violentas protestas en Juzestán en abril de 2005, las autoridades respondieron con una campaña represiva contra los ahwazíes e ilegalizaron a al-Hiwar. Obligados a pasar a la clandestinidad, los cinco hombres, según los informes, comenzaron a recopilar información sobre abusos contra los derechos humanos de los ahwazíes y a difundirla fuera de Irán.Tras ser hostigados durante años por los servicios de seguridad, los cinco fueron detenidos finalmente a comienzos de 2011, pocos meses antes del aniversario de las protestas de abril de 2005, una fecha habitualmente de gran tensión en Juzestán.Inicialmente los mantuvieron recluidos en un lugar no especificado, sin acceso a abogados ni contacto con sus familiares. Hay informes según los cuales varios de ellos fueron torturados bajo custodia.Dos de los ellos -Hashem Sha'bani Amouri y Hadi Rashidi- aparecieron en diciembre de 2011 en el canal de la televisión estatal iraní PressTV , donde "confesaron" "delitos" contra la seguridad nacional, incluida -en el caso de Hadi Rashidi- su participación en el ataque a cuatro funcionarios. Pero aún tendrían que pasar más de seis meses antes de que los llevaran a juicio, donde los cinco fueron condenados a muerte tras ser declarados culpables de "enemistad con Dios" y "corrupción en la tierra".Kamil Alboshoka, de 29 años, se crió con estos cinco hombres, dos de los cuales son sus primos y los otros tres, sus íntimos amigos. En 2006, huyó de Irán a Londres, donde se ha convertido en un destacado activista en favor de los derechos de los ahwazíes."Fue muy difícil para mí ver a Hashem y a Hadi por la televisión, confesando algo que yo sé que no hicieron. Sé que las autoridades de Irán usan la pena de muerte contra los árabes ahwazíes para reprimirnos", afirmó. Una parodia de justiciaEn Irán, los presos en espera de ejecución pueden ser ejecutados casi sin previo aviso, y las autoridades no necesitan informar a sus familiares antes de la ejecución. Kamil está muy afectado por la ansiedad que le produce saber que sus amigos y sus primos, condenados a muerte en julio de 2012, pueden ser ejecutados cualquier día."No he llevado una vida equilibrada desde julio. He tenido problemas de sueño y no me concentro. Incluso tuve que posponer mis exámenes universitarios porque era incapaz de estudiar", señaló."Pero sé que es aún peor para los familiares que siguen viviendo en Irán. Algunos de sus padres han sufrido infartos. El padre de Mohammad Ali ha perdido casi por completo el habla."En marzo de 2013, los cinco hombres comenzaron una huelga de hambre en protesta por sus condenas a muerte, y también por la tortura que afirman haber sufrido bajo custodia."Hacer que alguien 'confiese' sus delitos en la televisión nacional antes de que se haya iniciado su juicio es una burla de las normas internacionales sobre juicios justos", ha dicho Ann Harrison, directora adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional."El juicio de estos cinco hombres fue sumamente injusto. Nosotros y otras organizaciones de derechos humanos hemos hecho campaña para que se anulen sus condenas a muerte y se les conceda un nuevo juicio que cumpla plenamente las normas internacionales sobre juicios justos.""Las denuncias de tortura -por desgracia demasiado frecuentes en Irán- deben ser investigadas de forma independiente, y las personas que sean consideradas responsables de abusos deben ser puestas a disposición judicial."