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Seis personas de la comunidad indígena Sawhoyamaxa, que vive en Santa Elisa, en la región de Chaco, Paraguay, han muerto en las últimas siete semanas de lo que parecen ser enfermedades prevenibles. Un miembro de la comunidad indígena Yakye Axa, situada en las cercanías, sufre síntomas parecidos a los de quienes han muerto, y no ha recibido tratamiento médico. El gobierno tiene la responsabilidad de proteger el derecho a la salud de esas comunidades -garantizando que tienen acceso a atención médica y a agua potable no contaminada-, una responsabilidad confirmada por una resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que establece que, puesto que las comunidades no pueden vivir en sus tierras ancestrales, las autoridades paraguayas están legalmente obligadas a proporcionarles servicios básicos que garanticen su supervivencia, incluidas la atención médica, la comida y el agua potable no contaminada.

De las seis personas muertas, cuatro eran menores de dos años. Cinco habían sufrido vómitos y diarrea. Susana Marecos, de cuatro meses, murió el 28 de enero, al día siguiente de recibir el alta en el hospital de la cercana localidad de Concepción. Rodrigo Lara Marecos, de 18 meses, murió tres días después de ser dado de alta en el hospital. Los otros dos niños murieron en la comunidad. Mónica Chavez Galarza, de 26 años, murió el 27 de enero mientras trataba de llegar al hospital tras haber sufrido vómitos y diarrea. Aunque la comunidad tiene un transmisor-receptor de radio instalado específicamente para comunicarse con el hospital en caso de emergencia, sus miembros aseguran que nadie responde cuando llaman.

El padre del dirigente de la vecina comunidad Yakye Axa también viene sufriendo dolor abdominal, vómitos y diarrea. Todavía no ha recibido atención médica, pese a que el personal del hospital de Concepción le aseguró que la asistencia médica estaba en camino.

Las autoridades de Paraguay están obligadas a proporcionar suministros periódicos de agua potable no contaminada y alimentos básicos a las comunidades Sawhoyamaxa y Yakye Axa. Sin embargo, desde noviembre ninguna de las dos comunidades ha recibido agua o alimentos, lo que las obliga a depender de la caza y de fuentes de agua contaminada para sobrevivir.

Aunque a las comunidades acude personal médico una vez al mes, no existe un sistema para que, entre una visita y otra, reciban atención médica, y la asistencia que reciben es básicamente paliativa. En casos de emergencia, cuando la comunidad consigue contactar con el hospital, a menudo la respuesta que obtiene es que, si quieren que se desplace hasta allí una ambulancia, tienen que hacerse cargo del gasto de gasolina, unos 50.000 guaraníes (10 dólares estadounidenses).

Aunque el hospital está obligado a proporcionar medicinas gratis a estas comunidades indígenas, en la práctica no siempre lo hace, y en ocasiones lo que les da son recetas para que compren las medicinas en algún otro lugar. Estos obstáculos, sumados unos a otros, hacen que a los miembros de la comunidad les resulte casi imposible prevenir enfermedades u obtener tratamiento médico oportuno en casos de emergencia. Desde las muertes, la organización no gubernamental paraguaya Tierraviva ha recibido información que indica que una agencia gubernamental distribuirá agua, pero ese agua todavía no ha llegado a manos de las comunidades. Otro órgano gubernamental afirma que el Ministerio de Hacienda no le ha asignado el presupuesto necesario para distribuir alimentos básicos.

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