Esta semana, la ONU advirtió de que las condiciones en la Franja de Gaza habían traspasado el umbral de lo “insufrible”, tras 10 años desde que Israel iniciara el brutal bloqueo por tierra, mar y aire. Con el suministro eléctrico drásticamente reducido y los índices de desempleo disparados hasta el 60%, muchos aspectos de la vida se han deteriorado a gran velocidad, incluso más rápido de lo previsto inicialmente. En particular, el sistema de salud en Gaza ha estado durante años al borde del colapso. Ahora ha llegado a un punto crítico.

Durante las últimas semanas, tres recién nacidos han muerto en la unidad de cuidados intensivos del hospital al Shifa de Gaza. Forman parte de los al menos nueve pacientes que han fallecido en Gaza este año mientras esperaban en vano que las autoridades palestinas de Cisjordania tramitaran las solicitudes de fondos para cubrir los gastos del tratamiento médico fuera de la Franja de Gaza. La obtención de esta cobertura económica es fundamental para los y las habitantes de Gaza que tratan de solicitar un permiso para cruzar el paso de Erez hasta Israel, o llegar a Cisjordania, para recibir tratamiento médico.

Algunos informes indican que desde abril dichas solicitudes se han ignorado o retrasado deliberadamente, tal y como se ha hecho periódicamente en el pasado, en un intento por parte de las autoridades palestinas de Cisjordania de perjudicar a las autoridades de facto de la rival Hamás, que controla la Franja de Gaza.

Abu Khalil y su familia son solo algunas de las miles de personas residentes en Gaza cuyas vidas han quedado en suspenso debido a dichos retrasos.

Dos de sus hijos —Abdallah, de 27 años, y Khalil, de 29— padecen un trastorno hematológico genético denominado talasemia. Ambos recibieron varias transfusiones de sangre que dieron lugar a un exceso de hierro en el torrente sanguíneo, por lo que corren peligro de sufrir paros cardíacos y otros problemas de salud. Dos amigos suyos, que padecían la misma dolencia tratable, murieron en junio, y Abu Khalil ha estado tratando desesperadamente de asegurarse de que sus hijos reciban atención adecuada antes de que sea demasiado tarde.

Un médico israelí se ha ofrecido a realizar pruebas a los hermanos en el Centro Médico Sheba, en Israel, para valorar un posible trasplante de médula ósea que, de tener éxito, podría curarles la talasemia. En Gaza, donde los hospitales están funcionando con limitadas existencias de medicamentos y un mínimo de electricidad, no se dispone de dicho tratamiento.

Con todo, atravesar el complicado laberinto plagado de obstáculos burocráticos para poder trasladar a sus hijos a Israel constituye un reto considerable. En primer lugar, Abu Khalil debe conseguir que las autoridades palestinas de Cisjordania se comprometan a sufragar los costes del tratamiento de sus hijos en Israel.

Según Physicians for Human Rights Israel, actualmente hay al menos 1.600 habitantes de Gaza, incluidas personas enfermas de cáncer, a la espera de una respuesta a su solicitud de cobertura económica por parte de las autoridades palestinas. En Gaza tampoco se dispone ya de hasta el 90% de los medicamentos contra el cáncer.

Tras un clamor en los medios de comunicación, al parecer las autoridades palestinas volvieron sufragar los gastos médicos el 2 de julio, lo que permitía a las personas enfermas de Gaza solicitar los permisos.

Para Abu Khalil, este hecho solo le ha supuesto un mínimo rayo de esperanza. La oficina de solicitud de traslados en Gaza no podía cubrir los gastos del viaje de sus dos hijos a Israel para recibir tratamiento, así que tuvo que dar prioridad a Khalil, cuya situación es más crítica. El hermano mayor debe ahora iniciar el arduo proceso de someterse a una nueva serie de análisis de sangre. Se verá obligado a esperar una semana más antes de que los resultados se envíen junto con su solicitud a Cisjordania, donde un comité decidirá si al menos puede iniciar el proceso de solicitud del permiso para ir a Israel a recibir tratamiento.

Desde comienzos de año, Israel ha establecido límites todavía más estrictos en cuanto al número de permisos para palestinos de Gaza que quieren entrar en Israel y se muestra particularmente reacia a conceder permisos a hombres jóvenes.

Mientras Abu Khalil trata de superar los innumerables escollos que le separan del tan necesario tratamiento médico para sus hijos, la salud de éstos seguirá deteriorándose.

“Se puede vivir sin electricidad, o sobrevivir en la más difícil de las situaciones, pero no poder… conseguirles el tratamiento es insoportable. Vivo con el temor de perder a mis hijos en cualquier momento”, afirma Abu Khalil.

Los tres mortíferos conflictos armados con Israel desde 2008 también se han cobrado un alto precio en lo que a infraestructuras se refiere y han debilitado aún más el sistema de salud de Gaza, dejando a la población palestina gazatí frente a la perspectiva de una auténtica catástrofe humanitaria.

Como potencia ocupante, Israel tiene la responsabilidad máxima de garantizar el bienestar de la población ocupada que reside en la Franja de Gaza. El bloqueo ilegal impuesto por Israel en el enclave costero es lo que ha dejado a la gente corriente de Gaza, como Abu Khalil y sus hijos, a merced de una burocracia politizada a la hora de acceder al tratamiento que muchos darían por sentado por tratarse de un derecho básico.

No obstante, la reducción por parte de las autoridades palestinas de los servicios básicos en la Franja de Gaza durante los últimos meses —incluido el suministro eléctrico y de medicamentos—, a lo que se suma su tardanza a la hora de trasladar a los pacientes que necesitan tratamiento, pone de manifiesto una cruel indiferencia hacia la vida y la salud de los palestinos y las palestinas y es un ejemplo especialmente sangrante de su voluntad de tomar como rehenes a las personas más vulnerables para anotarse tantos políticos.

Lamentablemente, como siempre, la población civil de Gaza, como Abu Khalil y sus hijos, es la que se ve obligada a pagar el precio de tales disputas.

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