¿Hay negligencia deliberada del G-20 hacia la crisis global de personas refugiadas?

Por Salil Shetty

Mientras la crisis global de refugiados se agudiza descontroladamente, los líderes mundiales se reúnen en Hamburgo con motivo de la cumbre del G-20, principal foro donde se tratan los grandes retos globales de nuestros días. Alemania ha continuado con la reciente tradición de ampliar el cometido del Grupo para abarcar otros temas además de la economía. Señala que el G-20 debe “asumir la responsabilidad” en áreas que afectan a la paz y la seguridad mundiales, incluidos el desplazamiento y la migración, manifestando el compromiso de aprovechar las iniciativas de años anteriores para proteger a las personas refugiadas.

La triste realidad es que hay poco que aprovechar. La actuación del G-20 con respecto a la crisis de refugiados se ha caracterizado por los fallos y la negligencia deliberada. En el comunicado final de 2015 no se hizo más que una mera señal de asentimiento a la necesidad de encontrar soluciones duraderas a la mayor crisis de refugiados ocurrida desde la Segunda Guerra Mundial.

El año pasado, el G-20 prometió compartir la responsabilidad de afrontar la crisis de refugiados. En ese momento parecía ridículo: de 27 países del mundo con programas ordinarios de reasentamiento de refugiados, sólo 9 están en el G-20. Un año más tarde se ha hecho patente hasta qué punto era una promesa vacía: muchos países del G-20, sobre todo Estados Unidos, Reino Unido y Australia, están pujando a la baja en lo que respecta a compartir la responsabilidad.

Pero aún,  2017 va en camino de convertirse en el año más mortal que se registra para las personas que cruzan el Mediterráneo central, pues son ya 2.000 las que han muerto trágicamente ahogadas hasta el momento. Ahora, más que nunca, hace falta liderazgo.

Amnistía Internacional ha publicado hoy un informe en el que se describen las terribles consecuencias del enfoque miope que aplican los gobiernos europeos a la tragedia que se desarrolla en sus orillas En vez de promover las operaciones de búsqueda y salvamento, que protegen claramente la vida humana, los gobiernos han aumentado la cooperación con la guardia costera libia a fin de mantener a las personas refugiadas y migrantes alejadas de Europa. Además de un aumento del número de muertes, este enfoque ha provocado que se devuelva a las personas a Libia, a condiciones espantosas donde corren peligro de tortura, violación, secuestro y muerte y de las que sin duda intentarán escapar.

Nadie que lo vea puede decir que es una respuesta sostenible. Se plantea una pregunta: ¿Por qué son las personas más poderosas del mundo tan deliberadamente negligentes en lo que respecta a la crisis de refugiados?

Lo cierto es que el movimiento de personas que, obligadas o no, cruzan fronteras ha sido siempre parte de la historia humana. En un futuro próximo, es probable que las personas migren en mayor número aún, especialmente si el cambio climático, otro asunto que el G-20 afirma que va a abordar, provoca migraciones masivas sin precedente.

Sin embargo, hay pocos indicios de que los líderes del G-20 lo hayan entendido y vayan a tomar medidas urgentes. En vez de asumir de verdad una mayor responsabilidad y promover rutas legales y legales, que ofrecerían alternativas viables a las travesías mortales, los países del G-20 se han retractado.

Es muy poco lo que se está haciendo incluso en lo que respecta a prestar apoyo a los principales países de acogida de personas refugiadas, casi todos los cuales están fuera del G-20. Estos países han llegado al límite debido a la falta crónica de financiación suficiente por parte de los países ricos. Uganda, cuya población refugiada es la tercera en tamaño, sólo ha recibido 358,5 millones de dólares de los 2.000 millones que necesita este año para proporcionar apoyo esencial para su supervivencia y oportunidades de desarrollo a las personas refugiadas.

Esta reunión pondrá a prueba la capacidad y la voluntad de cada líder para cambiar el curso de los acontecimientos. Pero la atención estará centrada con especial intensidad en la canciller Merkel, cuya política relativamente generosa sobre las personas refugiadas ha sido recibida con admiración y con oprobio. Será su primera reunión con el presidente Trump desde que su prohibición revisada de la entrada de personas musulmanas ha comenzado a aplicarse, sentando un desastroso precedente en lo que respecta a compartir la responsabilidad global de las personas refugiadas. Si la canciller Merkel busca de verdad la cooperación mundial con miras al desarrollo sostenible tendrá que ser dura con el presidente Trump

No se debe permitir que las muy esperadas reuniones entre pesos pesados como el presidente Putin, el presidente Trump y la canciller Merkel eclipsen la crisis constante y vertiginosa que en anteriores cumbres se dejó por completo de abordar de manera significativa, El G-20 se está quedando rápidamente sin excusas para explicar por qué se ha desentendido continuamente de la crisis global de refugiados. El tiempo corre, el número de muertes aumenta y el caos que provocará esta situación menoscabará la paz y la estabilidad mundiales, y no digamos ya la fe en los líderes del G-20.

Salil Shetty es secretario general de Amnistía Internacional

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